El SLS AMG no es sólo un coche muy potente (571 CV) con una carrocería llamativa. Lo que ha hecho Mercedes-Benz es un auténtico deportivo, difícil de conducir y con reacciones muy vivas cuando se busca sacar todo el provecho a su motor.
Para viajar sintiendo poco el paso de los kilómetros, casi cualquier otro coche potente de Mercedes-Benz es preferible, incluso el resto de modelos de la gama AMG. Por sus cualidades, el SLS AMG no parece estar desarrollado para ser cómodo, sino para poder competir con modelos de Porsche (como el 911 Turbo o Turbo S, e incluso el GT2 RS que, como el Mercedes-Benz, es de tracción trasera) y de Ferrari (el 458 Italia tiene casi la misma potencia y precio). Está en venta por 210.900 €.
La mayor dificultad de conducción del SLS AMG estriba en que sólo tiene dos ruedas motrices, las traseras. Conseguir una aceleración longitudinal grande mientras las ruedas no están completamente rectas requiere mucha experiencia y una sensibilidad especial, sobre todo si el piso no tiene una adherencia buena. La dificultad no viene dada porque tenga mala motricidad (más bien al contrario), sino por la elevada potencia de su motor V8.
Como otros deportivos de más de 500 caballos de potencia, el SLS AMG también requiere mucha atención en recta porque acelera tanto que hay que anticiparse mucho a las circunstancias. Los frenos de serie son muy buenos y están a la altura de las prestaciones del motor, pues ofrecen un tacto de frenada exquisito y distancias de detención sobresalientes (tabla comparativa de prestaciones). En opción hay unos con discos de material cerámico que no hemos probado.
La estabilidad del SLS AMG me parece muy alta. Sorprende cómo siendo más bien grande (por anchura y longitud) y pesado puede cambiar de trayectoria con tanta facilidad incluso en carreteras de curvas muy lentas. La suspensión del SLS AMG es muy dura y agita con fuerza a los ocupantes (no de manera insufrible). Las ruedas, muy anchas, dan mucha adherencia.
Hay una razón más poderosa que la dureza de la suspensión por la que el SLS AMG no es un cupé confortable y es que el fuerte sonido de su motor acompaña en todos los desplazamientos incluso circulando a velocidad sostenida.
El cambio es automático —«AMG SPEEDSHIFT DCT 7»—, de doble embrague. Tiene siete velocidades, cuatro modos de funcionamiento («Controlled Efficiency», «Sport», «S+» y «Manual») y una función denominada «Race Start» que sirve para salir desde parado con la máxima aceleración.
Las proporciones y peculiaridades de la carrocería del SLS AMG dificultan su facilidad de uso diario. La salida y entrada del habitáculo es complicada en parte por las puertas que utiliza y en parte porque entre los asientos y el exterior hay una pieza de la carrocería muy voluminosa que molesta (imagen). Las puertas se abren de abajo hacia arriba y van articuladas en el techo (Mercedes-Benz las denomina «alas de gaviota»). Su interior tiene mucho espacio para los hombros y para las piernas, pero el techo queda relativamente cerca a personas que sobrepasen 1,80 m de estatura.
No se ha descuidado el aspecto del interior que, salvo por pequeños detalles, está a un nivel sobresaliente por calidad de ajuste y materiales (galería de imágenes interiores).
Mercedes-Benz cobra una pintura plateada para la carrocería «Plata Alubeam» a 14.383 €. Es la opción más costosa que puede tener pero no la única de precio elevado: los frenos cerámicos cuestan 13.872 € y el paquete interior de fibra de carbono 10.222 €. Aunque si tenemos en cuenta el precio del coche —está en venta por 210.900 €—, tampoco parecen tan desproporcionadas.
El SLS es el primer deportivo desarrollado enteramente por AMG, especialista en preparaciones deportivas de diferentes modelos de Mercedes-Benz. Según la marca, el SLS AMG se inspira en el Mercedes-Benz 300 SL que estuvo a la venta entre 1954 y 1963 (imagen). Era conocido como «Alas de gaviota» por la forma en la que se abrían las puertas, muy similar a la del SLS AMG.
No hay comentarios:
Publicar un comentario